La primera pregunta que se me ocurre hacerte es: cuánto pesas?
Yo le bajé 10 kilos a la bici sin gastar un mango; simplemente me fijé un plan de salidas junto a una modificación en mis hábitos de alimentación y en pocos meses se fueron yendo los kilitos...
Evidentemente, eso no implicó que yo me convirtiera en un atleta, pero la diferencia se sintió sin ninguna duda.
Para mejorar el rendimiento como ciclista, me puse a trabajar el físico mejorando la flexibilidad, ganando potencia en las piernas, aprendiendo a respirar y potenciando la zona abdominal.
Aún así, no llegué ni de casualidad a ser un ciclista competitivo.
Bajarle 200 gramos a mi bicicleta no me va a dar una ganancia comparativa, por eso me dediqué a mejorar algunos componentes que no apuntan al peso sino al rendimiento.
Un grupo de transmisión de gama más alta te da más precisión, alarga la vida de la cadena y permite optimizar la potencia de las piernas.
Ruedas más rígidas te permiten rodar más rápido porque se deforman menos y no te roban potencia; si además son nun poco más livianas baja más la resistencia al rodado y son más rápidas.
Los frenos de mayor calidad te acortan la distancia de frenado y te permiten reaccionar más rápido.
La posición correcta encima de la bici incluso te hace ir más rápido.
Probé bicicletas de full carbono y no me hicieron ir más rápido por ser más livianas, lo que sí sentí fue que la calidad de los componentes me hacía andar mucho mejor y mejoraba mi calidad como ciclista.
Si yo tuviera menos edad, un estado físico óptimo y además tuviera talento para el ciclismo, ahí si que me preocuparía por tener la más livianita.